Analizan en Bremen el corazón del cráter de Chicxulub

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Núcleos recuperados del cráter de Chixchulub. (IODP)

La Expedición 364 del Programa Internacional de Descubrimiento Oceánico (IODP por sus siglas en inglés), que entre los pasados abril y mayo realizó la primera perforación marina del cráter de Chicxulub, en Yucatán, ha emitido sus primeras conclusiones sobre el estudio de las muestras recogidas, que ha tenido lugar en Bremen, Alemania, entre septiembre y octubre. El equipo, dirigido por Sean Gulick, de la Universidad de Texas, Joanna Morgan, del Imperial College de Londres, y Jaime Urrutia, del Instituto de Geofísica de la UNAM, y bajo la coordinación del Consorcio Europeo para la Perforación de Investigación Oceánica, considera que la recuperación de rocas fue 99 por ciento exitosa.

Casi 300 testigos, recabados en un rango desde los 506 a los 1,335 metros bajo el actual lecho marino, explicarán mejor los efectos del impacto del meteorito que tuvo lugar hace 65 millones y medio de años y que fue el causante de la extinción del 75% de la vida en la tierra, entre ella la de los dinosaurios. Antes de llegar a Marum, el Centro para la Ciencia del Medioambiente Marino de la Universidad de Bremen, las rocas fueron analizadas en Texas, a través de tomografías realizadas por los laboratorios Weatherford de Houston, cuyas imágenes fueron después procesadas por la empresa informática Enthought de Austin.

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Plataforma de perforación en alta mar, frente a las costas de Progreso, Yucatán (IODP/Ligia Pérez Cruz)

Las muestras incluyen 115 metros de togas del Paleogeno, así como 115 metros de brechas con fragmentos de rocas fundidas y, a partir de 750 metros de profundidad –por debajo del subsuelo–, brechas de impacto y rocas fundidas.

Saber cómo se formó el anillo de picos que rodea el cráter es uno de los objetivos primordiales de la expedición, en la que tuvo un papel preponderante México, a través de la UNAM, el Centro de Investigación Científica de Yucatán y los gobiernos federal y del estado. Además del doctor Urrutia, otra científica mexicana, Ligia Pérez Cruz, participó de cerca en todo el proceso, estando presente en la plataforma de perforación y coordinando el grupo de geoquímica.

Los fluidos encontrados entre las rocas fundidas y fracturadas que cubren el anillo de picos son una evidencia de que el impacto provocó un intenso sistema hidrotermal, dice la expedición en su primer comunicado de prensa desde Bremen. El equipo también ha descubierto que organismos microbianos pudieron asirse al cráter aprovechando la naturaleza química y porosa de las rocas fundidas. Los sedimentos que entierran el cráter recuperados abarcan desde la época en que la vida empezó a recuperarse hasta cuando los océanos se volvieron tóxicos, por un largo periodo de tiempo, después del impacto. Estos fragmentos ayudarán a entender cómo fue la recuperación de la vida después de aquel cataclismo, que liberó una energía equivalente a la explosión de 10.000 veces todo el arsenal atómico del mundo hoy y cambió el clima de la Tierra durante al menos dos años, gracias al cual, en última instancia, pudieron ascender los mamíferos al principio de la cadena trófica.

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