Trump desde la frontera noroeste (I). Entrevista con Jorge Bustamante

El sociólogo experto en migraciones internacionales Jorge Bustamante, de El Colegio de la Frontera Norte

El doctor Jorge Bustamante (Chihuahua, 1938) es una eminencia en temas de migración internacional y derechos humanos. Tanto, que en 2005 fue nombrado relator especial de la ONU para los Derechos Humanos de los Migrantes, cargo honorífico que ocupó hasta 2011, e incluso el Congreso lo propuso, en 2006, para el premio Nobel de la Paz. Doctor en Sociología por la Universidad de Notre Dame, en South Bend, Indiana, donde hoy es catedrático, ha publicado centenares de estudios sobre las relaciones migratorias entre México y Estados Unidos y fue fundador de El Colegio de la Frontera Norte (Colef), con sede en Tijuana, en 1982. Allí se realiza esta entrevista, con la toma de posesión del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de inevitable escenario.

¿Qué hay que mirar y cómo hay que mirar la presidencia de Trump desde el punto de vista de la frontera?

Las amenazas contra México de Trump han sido ratificadas hasta el presente. Donald Trump parecería, y esta es una opinión muy personal, obviamente debatible, que está siguiendo un esquema que los niños practican en las escuelas que se conoce como bullying. Un niño más fortachón, más grande, toma a un niño menor y abusa de él, en cierta medida dando un mensaje a los demás: miren cómo soy yo de violento, para que le tengan miedo. Trump está tomando a un país débil y está abusando de él como un mensaje al mundo de que vean de lo que es capaz, y esto ha hecho que de pronto Trump esté cambiando la realidad de la vecindad geográfica de México y Estados Unidos y nos esté tratando en su retórica, y ahora también en sus actos de gobierno, como país enemigo.

En los hechos, la frontera es muy heterogénea, tiene diferencias que dependen de las diferencias vecinales. No es lo mismo para México hacer frontera en la parte noroeste, o sea Tijuana-San Diego, que es la más rica, que hacer frontera con Estados Unidos por el lado del Golfo, Tamaulipas-Tejas, porque el sureste de Tejas es la región con los ingresos per cápita más bajos de todo Estados Unidos. Son dos Estados Unidos diferentes.

Una de las grandes diferencias es que el sur de California es la región con la mayor demanda de drogas de todo el mundo. Ese tráfico de drogas financia el tráfico de armas, que a su vez está conectado con la corrupción y la violencia, lo cual afecta a la relación bilateral. Ahora, con la legalización de la marihuana en California, tenemos la incongruencia de que México tiene una política en contra de todo consumo de drogas, por la que se mueren muchos policías y soldados, y Estados Unidos la legaliza. El tráfico es algo en lo que nosotros ponemos los muertos y ellos ponen los consumidores.

¿Qué puede pasar a partir de ahora?

Vamos a ver cómo se cumplen las amenazas que ya hizo Trump. Por ejemplo, la deportación masiva de millones de, dice él, criminales. No sé dónde los va a encontrar, porque obviamente no hay esos números: la delincuencia en Estados Unidos ha venido bajando en todo el territorio nacional, y los mexicanos migrantes indocumentados tienen un índice de criminalidad significativamente más bajo que el americano común y corriente. La mayor parte de sus declaraciones no tiene nada que ver con la realidad empírica, sino con ideologías. Él deriva sus amenazas de ideologías, no de hechos.

¿Cree que las cumpla?

Yo creo que va a cumplir algunas. Creo que su propio país no lo va a dejar cumplir todas. Porque tenemos una interdependencia entre México y Estados Unidos. Obviamente es una interdependencia muy desigual: la economía mexicana es una vigésima parte de la economía de Estados Unidos y eso da una medida de la ausencia de correlación de fuerzas. Pero no es una ausencia en que México esté en el cero. México puede responder a las decisiones que tome Estados Unidos.

¿Cómo puede responder?

Ya ha habido algunos críticos, como Jorge Castañeda, que ha propuesto varias medidas. Una de ellas, cuando Estados Unidos deporta de su país a alguien a México, México tiene el derecho soberano de revisar que esa persona sea en efecto un ciudadano mexicano, y en esa revisión de documentos está condicionando la entrada a México de esa persona que Estados Unidos quiere expulsar. Si México detiene la revisión de esos documentos, se le puede armar un cuello de botella a Estados Unidos que le representaría problemas burocráticos.

¿Usted ve al gobierno mexicano capaz de medidas así?

Para nada. Este gobierno ha tenido una política que ha ido de escabullir el bulto al servilismo. Y esto es algo que yo he documentado.

Los científicos ponen sus esperanzas en las instituciones académicas, en las universidades, en los institutos, para hacer un frente común bajo los valores globales del conocimiento. ¿Cómo viven la situación aquí en el Colef?

Mire, hemos pensado todos los días, pero yo no recuerdo un ejemplo en el que la academia haya sido más útil que la carabina de Ambrosio. Todos los días aquí discutimos lo que podría hacer México. Y lo que podrían hacer los mexicanos en Estados Unidos, que es otra vertiente. Confieso que tengo más esperanzas en lo que pueden hacer los mexicanos residentes en Estados Unidos que los mexicanos que residimos en México. En el futuro, no en el presente. Los mexicanos de acá apenas están despertando al fenómeno de lo que podríamos conceptualizar como «cultura política» de Estados Unidos. Cultura política no es hablar inglés solamente, sino entender la historia de las instituciones americanas. Su historia, sus actores principales, etcétera, lo que explica el surgimiento de Trump. Los que sí lo saben son muchos mexicanos que viven allá.

¿Se podría generar algún tipo de crisis social?

No sabemos qué va a pasar. Desde luego, si Trump decidiera hacer una deportación masiva de Estados Unidos a México, esto trastornaría la economía y la sociedad mexicana en muchos sentidos. Sería grave, pero yo insisto con mis colegas: tenemos que esperar. Porque algunos han adelantado sugerencias, pero yo pienso que estas pueden tener el efecto contrario al que queremos producir. Hablar de que México tomaría una represalia X, en Estados Unidos podría ser una justificación para hacer una acción que pudiera multiplicarse por veinte, que es la diferencia entre las economías de los dos países.

¿Cómo recuerda usted la construcción del muro, en 1994?

Ya me lo esperaba. Cuando yo llegué a Tijuana, hace treinta y pico de años, la frontera era un alambre. Un alambre bajito, como a cincuenta centímetros de altura. El paso era natural. Uno podía entrar a Estados Unidos sin ningún problema. Eso fue cambiando; ese hilito que había cuando yo llegué se fue haciendo después una cerca, cada vez más sólida, cada vez más alta, hasta llegar a ser un muro metálico.

¿Este ha sido el peor momento de la ciudad?

Ha habido otros momentos difíciles. Peores no lo calificaría. Nunca habíamos tenido una retórica antimexicana con esta intensidad, y al nivel del gobierno de Estados Unidos.

–Yaiza Santos

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